27 de abril de 2007

¿Amor?

El Juzgado de Violencia sobre la Mujer número 1 de Valladolid ha considerado "sorprendente que una persona con alto nivel de formación y capacidad soporte durante los años que ella señala esos supuestos desprecios, humillaciones..., en definitiva, malos tratos psicológicos, sin poner remedio a esa situación o, en todo caso, sin acudir a un profesional (psiquiatra, psicólogo) o sin pedir algún tipo de ayuda externa (asociaciones...etc)". Y, consiguientemente, ha decidido archivar una querella de una mujer que acusaba a su esposo de violencia doméstica. En efecto, el auto judicial, desestima la denuncia que V.C., profesora de instituto, presentó el 2 de marzo contra su marido, L.D, profesor universitario a quien acusó de someterla a continuo maltrato psíquico a lo largo de los 16 años de matrimonio.”

Noticia aparecida en varios periódicos, 18 de abril de 2007.

Ella se casó totalmente enamorada. Un hombre culto, con formación, profesor de universidad. Hablaban de cine, literatura, de arte… Sí, después de un tiempo de relación se había dado cuenta de que a él no le hacía mucha gracia ser un mediocre, pero ¿a quién le gusta? Es verdad que algunas veces era demasiado sarcástico e irónico en sus bromas hacia ella o hacia algún conocido, pero es que él era muy inteligente.

Totalmente enamorada inició su vida en común con él. Qué puede haber mejor que compartir la vida con la persona que más te quiere en este mundo. No podía entender por qué a su mejor amiga no le caía demasiado bien. Claro que él tampoco había puesto mucho de su parte por llevarse bien con su amiga, pero él era así, reservado con las personas que no eran de su círculo. Todos tenemos nuestras pequeñas cosas, pensaba ella.

Su matrimonio vino dado porque ella había conseguido la plaza en el instituto, por fin, llevaba 2 años preparándose, viviendo como una ermitaña, excepto por él que estaba ahí a su lado… cuando podía, porque él, estaba luchando por la plaza en la universidad, y evidentemente, no es lo mismo, supone otro nivel de esfuerzo y trabajo, era ella la que le tenía que apoyar, como es lógico.

Nuevo trabajo, nueva casa, nueva vida… todo junto a él.
Los primeros meses todo era luz, y emociones a flor de piel, todo tenía que ser perfecto.
Él llegaba a casa muy cansado, su puesto no era para menos. Muchas noches ella se moría de ganas de contarle cómo había ido todo con los chavales, pero él no estaba para tonterías de chicos de 16 años. Él hablaba con personas que estaban en la universidad, personas, no chicos; estudiantes universitarios, no vagos redomados, de los cuales sólo son aptos el diez por ciento.
A ella no le molestaban mucho los comentarios, incluso tenía que darle la razón, él no estaba para tonterías.

Pero en su fuero interno, oyó un pequeño crujido. Tenue, como el sonido de una hoja al pisarla, pero frío y seco, como el viento de invierno.

Con el paso del tiempo llegó la rutina, ella sabía que eso pasaba, de hecho, no le importaba, estaba enamorada. Es verdad que los comentarios de él se hacían cada vez más frecuentes y quizá más hirientes, claro que eso también era lo que le parecía a ella. Cómo iba a querer él herirla en algún momento. En todo caso los hacía por su bien, para ponerle los pies en el suelo.
Como ocurría con el dinero, se lo repetía hasta la saciedad. Él llevaba la mayor parte de los ingresos a casa, y ella no hacía más que gastar. Claro que tenía su trabajo y por lo tanto su sueldo, pero haciendo un balance serio, la nómina de ella sólo daba para los gastos más nimios. Cómo podía comparar el salario de una profesora de instituto con el de todo un profesor de universidad. Ella sabía que se tenía que contener más.

Pero sintió otro crujido, un poco mayor que el anterior.

Ella seguía viendo a su amiga, y le contaba todas estas cosas, no entendía como su amiga podía montar en cólera de esa manera, por los comentarios de él. Si no la insultaba, en ningún momento la había insultado, eso era impensable, sólo era como era y lo había sido siempre, irónico, serio, sarcástico…
Tenía que reconocerle a su mejor amiga, que algunas veces, se había tenido que aguantar las lágrimas, cuando se le habían escapado delante de él, se había enfadado aún más. Odiaba que llorara delante de él, ese es el recurso barato y tonto de las mujeres, una persona inteligente y con formación, sabe argumentar o aceptar las críticas que le presenta la persona que mejor la conoce del mundo y la que más se preocupa por ella. Cuando ella se ponía así, lo único que hacía era rebajarse, al nivel de los ignorantes y los necios, que sólo saben dejarse llevar por las emociones. Le estaba demostrando lo desagradecida que era, ya que él sólo le hacía esos comentarios por el bien de los dos, el bien de su vida en común.
Su amiga siempre le había dicho que eso no era amor, que él no la quería, que tenía que pararle los pies. Pero ella qué sabía, si ni siquiera había conseguido mantener su matrimonio a flote. Ellos se querían muchísimo y eso no lo puede entender alguien desde fuera.

Había días que ella era completamente feliz, si él estaba descansado y de buen humor, la besaba, la llenaba de mimos incluso salían a cenar, al teatro, al cine, conversaban, como cuando eran novios, esos días eran un bálsamo para su alma… él solía repetirle que ella era la persona más inteligente y culta que había conocido, que debía dejar el instituto, hacer el doctorado y acceder a la titularidad en la universidad, dejarse de mediocridades, de medias tintas, estaba desaprovechada.
Eran esos momentos los que ella más temía, al principio le respondía que era feliz en su trabajo, que tenía que haber gente para todos los puestos. Entonces él comenzaba a lanzarle los cuchillos que ella no era capaz de devolver, porque no podía concebir, le era completamente imposible, decirle cosas así a él, la persona a la que amaba y había amado toda su vida.

Con el paso del tiempo, ella se había acostumbrado a decirle que sí, que lo haría, y así él se quedaba contento, que finalmente, era lo que quería por encima de todo, verle contento. Pero llegó el momento en que él, quería ver resultados, quería que actuara y eso fue el comienzo…

El crujido ya no fue un simple crujido, fue el golpe seco del hacha en la madera.

Día tras día, ella tenía que escuchar lo tonta, vaga, ilusa, inútil, mediocre, absurda... (¿hace falta seguir?), que era tanto ella, como el trabajo que realizaba día a día con los chicos. Terminó por creérselo. Terminó por no disfrutar comprándose nada para ella, terminó por pedirle a él el dinero para ir a la compra, terminó por dejar de quedar con su única amiga, porque a las demás hacía tiempo que ya las había dejado, terminó por hacer como un autómata ese trabajo por el que había luchado durante años.

Se lo había creído, el único muro de contención que poseía, su confianza en sí misma, había cedido.
Su autoestima había sido sesgada por los puñales que, día a día, momento a momento, él le había ido lanzando.
Por fin se había dado cuenta de lo que él llevaba años para decirle, que era mediocre e ignorante, como toda esa gente que él tanto odiaba.

Ya ni siquiera le acompañaba a los actos de la universidad, le daba vergüenza, no podía permitir que quedara en ridículo delante de sus colegas por culpa de su inculta e insulsa mujer.
Ni hacía el esfuerzo de hablar con él, se limitaba a escucharle y a asentir, a no ser que él la espetara a responder, “no podía llegar a entender qué había visto en ella, si era como el convidado de piedra”, palabras que salían por la boca de él unas cuatro ó cinco veces al día.
Había perdido totalmente la idea de tener hijos, qué clase de madre sería para ellos.

Y comenzó a secarse por dentro.

Él no hizo nunca nada por evitar todo esto. De hecho, si en algún momento hubiera hablado con alguien, le hubiera preguntado qué problema tenía su matrimonio si él no encontraba ninguno, porque no lo encontraba, así de claro. Y si él no lo encontraba es que no lo había. Daba lo mismo lo que dijera ella.

Ella, la trágica, la débil, la inútil, por eso veía los problemas, porque estaban, pero dentro de ella, no en su matrimonio, no en él. En ella, que se había dejado, se había echado a perder ella solita, porque él no había hecho nunca nada más que alentarla, que repetirle lo que estaba haciendo con su vida y con su talento.

Qué se le podía echar en cara. De qué le estaban intentando acusar. ¿Es que le estaban comparando con esa escoria que salía por TV? ¿Esos energúmenos que llegaban a matar a sus mujeres?

Él no la había puesto una mano encima en su vida, no le había levantado nunca la voz en ninguna situación por extrema que fuera, él era un hombre cultivado, educado, correcto.

Él no había matado a su mujer, ella se había quitado la vida sola.

...


Porque hay golpes y heridas que no se ven. Porque da igual de dónde vengas, tu género, tu situación social, económica, cultural... Porque asesinos emocionales los hay en todas partes. Porque también se puede morir de palizas en el alma...




P.D. Éste es el relato que me inspiró la noticia que sirve de prólogo.
Hay que decirlo: cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia. Sobre todo porque, afortunadamente, la protagonista de la noticia no llegó a dejar expirar su vida al lado de ese "ser".

Este relato se lo quiero dedicar a ella y a todos los que tienen heridas... por dentro y por fuera.

24 de abril de 2007

Es que soy así

Sí, es verdad, quizá me toque a mí o a ti... o a ti... quizá seamos los que siempre tengamos que respetar, quizá seamos de los que tenemos que enarbolar el Respeto (sí, así con mayúsculas), como bandera para, a lo mejor, en un momento de lucidez, alguien nos siga y se acoja a ella.
Seremos de los que repetiremos esas manidas frases, por activa y por pasiva, "es que él/ella es así", "es que cada uno tiene una manera de ver las cosas", "no se puede juzgar a las personas, quiénes somos nosotros".
Pero lo más cachondo de todo, es que son todos esos a los que estamos todo el día respetando, comprendiendo, entendiendo... los que al final levantan bien alto la cabeza y siguen adelante con su indiganción, cuando somos nosotros los que hemos fallado.
Todos esos a los que no hay que juzgar, ni presionar, ni condenar, los que nos ponen como puta por rastrojo cuando tenemos el más mínimo tropiezo.
Todos esos a los que servimos de alimento para el ego, los que nos dejan en el barro cuando somos nosotros los que nos hundimos.
Sí, hoy estoy con el hacha de guerra, porque algunos días no te apetece vivir en un mundo de Walt Disney. Porque aunque el pesado de Pepito Grillo te dice que eres tú el que lo haces bien, le mandarías a hacer cri cri al campo. Porque no te apetece ser el único que se tragó las moralejas de los cuentos. Porque desearías que en una mísera escena, el papel del rebelde sin causa te toque a ti...
Mañana será otro día, me levantaré y el ceño se habrá desfruncido, y volveré a intentar hablar antes de patalear y escuchar antes de apuñalar... y pensaré por enésima vez, aunque ésta me lo aplique a mí: Es que soy así!!! (Gracias).




20 de abril de 2007

CERRADO INDEFINIDAMENTE

LAS MUSAS, (O MUSOS), SE HAN PIRADO DE VACACIONES.
PARA CAGAR PARIDAS, O PARIR CAGADAS, MEJOR ME VOY YO TAMBIÉN.
LLÁMAME GILIPOLLAS SI QUIERES...


17 de abril de 2007

Querer o no querer...

Querer o no querer, he ahí el dilema. Ya, ya sé que el repetido, manido, escuchado y parafraseado fragmento de Shakespeare no era así exactamente, pero voy a pecar de soberbia.
Querer: del latín quaerêre, tratar de obtener.
Desde que nacemos somos apetencia pura: alimento, cariño, atención... No hacemos más que obtener algo, cuando ya estamos requieriendo lo siguiente. Lógico, pensamos, somos niños, nuestra sola existencia ya es necesidad.
Querer: pretender, intentar, procurar.
Nuestro viaje conlleva pendientes escarpadas, desviaciones, cambios de sentido, averías... las miramos, las sopesamos y las encaramos. La mayoría de las veces lo único que sacamos en claro son unas cuantas magulladuras y el cansancio extremo, pero aún así no cejamos en nuestro empeño.
Querer: tener voluntad o determinación de ejecutar algo.
Quizá esta definición no se puede aplicar por igual a todos y cada uno de nosotros, ni tan siquiera la mantenemos en la misma medida en cada momento. Pero está claro que no nos movemos sólo por inercia.
Querer: resolver, determinar.
Probablemente ésta sea la más difícil, pero aún así, hay veces que conseguimos llevarla a cabo, aunque nunca nos quedamos ahí, siempre hay algo más, siempre hay un siguiente...
Querer: desear, apetecer.
¿Tengo que añadir algo más? Las pulsiones son lo que nos queda de instinto animal al que hemos adornado con algo de... vicio.
Querer:Amar, tener cariño, voluntad o inclinación a alguien o algo.
Qué os voy a decir. Los actos más bellos, altruistas, hermosos, admirables pero también los más excrables, bajos, terribles, denigrantes, se han cometido con entera y total voluntad... de amar.
No somos, queremos ser. No tenemos, intentamos tener. No estamos, anhelamos estar. No sentimos, deseamos.
¿Realmente el hombre tiene la capacidad para satisfacerse completamente ? ¿Llegaremos a la plenitud completa? ¿Podemos dejar de buscar, de desear, de querer, de amar?
Existe una sentencia que reza: "ten cuidado con lo que deseas porque se puede hacer realidad". Por desgracia no siempre anhelamos lo mejor, ni somos los más justos, ni los más generosos, ni las mejores personas en nuestros deseos. Ni siquiera somos egoistas, porque lo que tratamos de alcanzar, en ocasiones, no es lo que más nos conviene e incluso nos perjudica.
Pero si me dejáis me gustaría añadir algo, no deseéis que se lleven a cabo todos, porque eso sería el final del viaje.

P.D. Lo que hay que hacer es recrearse en los intentos.







14 de abril de 2007

El noi del sucre

Tengo un idiota dentro de mí, que llora,
que llora y que no sabe, y mira
sólo la luz, la luz que no sabe.
Tengo al niño, al niño bobo, como parado
en Dios, en un dios que no sabe
sino amar y llorar, llorar por las noches
por los niños, por los niños de falo
dulce, y suave de tocar, como la noche.
Tengo a un idiota de pie sobre una plaza
mirando y dejándose mirar, dejándose
violar por el alud de las miradas de otros, y
llorando, llorando frágilmente por la luz.
Tengo a un niño solo entre muchos, as
a beaten dog beneath the hail
, bajo la lluvia, bajo
el terror de la lluvia que llora, y llora,
hoy por todos, mientras
el sol se oculta para dejar matar, y viene
a la noche de todos el niño asesino
a llorar de no se sabe por qué, de no saber hacerlo
de no saber sino tan sólo ahora
por qué y cómo matar, bajo la lluvia entera,
con el rostro perdido y el cabello demente
hambrientos, llenos de sed, de ganas
de aire, de soplar globos como antes era, fue
la vida un día antes
de que allí en la alcoba de
los padres perdiéramos la luz.

Leopoldo María Panero
"Last night together" 1980

10 de abril de 2007

When I wish upon a Star


Si me pongo a pensar en los deseos que me gustaría hacerle a esa estrellita pequeña que veo allí arriba, lejos, seguramente no tendría sitio en esta página...
Pero a la estrella de la que hablo, la nuestra, sólo tengo uno que pedirle.
Que siga brillando para todos como hasta ahora.
Brillando cada vez que sonríe siempre, siempre, cada vez que la veo, cada vez que me mira.
Brillando cada vez que me escucha, que lo hace como nadie, atenta, con el consejo justo, la palabra consoladora, el ánimo preparado...
Brillando cada vez que me habla porque es muy sabia, me llena cuando lo hace.
Brillando cada vez que está alegre y lo contagia, me baña en luz.
Brillando cuando está triste y sale hacia arriba una vez más, dándonos ejemplo a todos.
Brillando sólo estando cerquita y dándome, de vez en cuando, uno de sus besos y abrazos reparadores, (ya sabes que son mi debilidad)...
Hace muchos, muchos años ya, de la primera tarta que le hice, ni siquiera éramos amigas tan sólo conocidas de noches y noches de diversión "boguística", pero ya entonces me enganché a su resplandor y creo que por eso seguí y seguí hasta lograr estar donde estoy hoy, a su lado, bañándome con su luz.
Muchas gracias Estrella, por favor, sigue brillando, porque no hay mejor nombre, quizá por eso tu mami, muy sabia, al mirarte a los ojos lo eligió para ti.
Brilla. Brilla mucho, porque lo haces, que nadie te convenza de lo contrario, míranos resplandecer a todos los que te queremos cuando estamos a tu lado como prueba de ello.
FACILIDADES ESTRELLA!!!
Te quiero.

P.D. Ésto tenía que haber sido colgado el día 7 de abril, cumpleaños de Estrella. Difucultades técnicas me lo impidieron. Pero aún así aquí lo tienes.


3 de abril de 2007

Kevin Carter

Una niña sudanesa en el suelo, el buitre acechándola, esperando al último extertor para abalanzarse sobre la exhausta figura.
Eso es lo que Kevin Carter nos quiso escupir a la cara, como una metáfora de la abyecta situación mundial.
Y en un principio todo fue así, la foto dio la vuelta al mundo, como otras muchas de Carter, incluso le llegó el Pulitzer, no sólo ya por la foto, sino por todo el trabajo que había realizado durante años y años en Sudáfrica. Mostrándonos la otra cara de la realidad, porque existen varias realidades conviviendo a la vez y lo peor de todo es que, en muchos casos, no llegamos ni atisbarlas.
Es verdad que llevaba una coraza, es verdad que ya sólo tenía la mirada como si sus ojos fueran un objetivo y un diafragma, es verdad que estuvo veinte minutos esperando para que el buitre abriera las alas y tener una imagen todavía más terrible. Pero también es verdad que esas fotos daban la vuelta al mundo y nos decían lo partícipes que somos de esas otras realidades, que nunca hubiéramos llegado a imaginar, por horribles, por crueles, por reales...
En un momento dado, la realidad de Kevin Carter, también dejó de serlo. Ya no fue un héroe, fue un mercenario. Ya no era un mensajero, era un mercader. Ya no había que encumbrarle, había que desterrarle a esa otra realidad del condenado...
Y de repente, como si de la propia foto se tratara, Sudán y sus niñas y sus buitres y su nefasta situación y sus seres humanos vagando como muertos vivientes, y toda la conciencia que podíamos haber tomado, se archivaron en el albúm de las realidades perdidas, olvidadas, pero no por ello menos reales, menos hirientes.
De repente, la realidad era Kevin Carter y su egoísmo "real", su mezquindad "real"... De repente en una sociedad como la nuestra el utilitarismo es el más bajo de los delitos y el fotógrafo era un delicuente "real", que utilizaba a los grandes medios, que nos utilizaba a todos para su propio y exclusivo beneficio...
Cuándo hicieron que desviáramos la mirada, en qué momento no tuvimos conciencia de la realidad, en qué momento nos metieron en la cabeza que lo realmente necesario era condenar a Kevin Carter y no tomar conciencia de la foto, esa foto que era un país entero masacrado, explotado, extenuado...
Kevin Carter se suicidó el 27 de julio de 1994 en Johannesburg. Los dictados de la realidad, en ese momento, nos decían que la conciencia le hizo quitarse la vida. Pero nadie conoce la realidad de Kevin Carter, aunque se supone que es una y la misma para todos.
Quizá por eso quiso negar cualquiera de ellas, por haberlas conocido todas y saber que se pueden crear, destruir y transformar al antojo... siempre del más poderoso.
¿Es tu realidad la verdad?