Cuenta la leyenda urbana que si un sonido a un volumen muy alto se acompasa al ritmo cardiáco éste puede perderse e incluso llegar a la muerte.
Anoche pude comprobar que esto es una enorme falacia.
Porque anoche la música de Dinosarurio sonaba, grande, enorme, hasta llegar a acompasarse con todos los corazones de los allí congregados, hasta hacer que todos y cada uno latiéramos al unísono.
Y nadie murió, por supuesto que no, sino que viajamos, con ese ritmo por alas fuimos a lugares tan lejanos como nos marcaban sus notas o tan cercanos como las caricias de sus melodías, o la mirada desde la pantalla.
Llevábamos el paso marcado por el soldadito del piano, de expedición con el robot en su universo, perdiéndonos en el bosque mientras jugábamos con el monstruo... Oscilábamos desde lo desconocido a lo cotidiano con suave fluidez o con contundentes golpes. Nos perdíamos en el exterior cuando intentábamos encontrar la salida de nuestro interior...
Claro que si un grave, un sonido, se acompasa con tu corazón no mueres. Al contrario, vives un instante en la eternidad por esa canción, montado en un Dinosaurio.
Gracias.
26 de octubre de 2009
23 de octubre de 2009
Líneas
Existe una fina línea, imperceptible diría yo, pero infinita.
Es esa línea que nos separa de cualquier estado, final, consecución, premio...
Desde lo más pequeño y cotidiano a lo más grande y trascendental. El sueño, el deseo, el amor, el odio, la mediocridad, el éxito, la locura, la felicidad...
Estamos al borde de esa minúscula línea en miles de ocasiones, pero si alzamos la vista no llegamos a abarcarla.
Podemos agarrarnos a ella como a un salvavidas, cuando algo, alguien, nosotros mismos, nos empujamos a cruzarla.
Podemos tomar miles de kilómetros de carrerilla para saltar apenas unos milímetros, sin conseguirlo en la vida.
Podemos quedarnos sentados observando el otro lado, creyendo que cuando queramos podemos alargar la mano, sin hacerlo nunca.
Podemos cruzarla sin querer, de un tropezón.
Incluso podemos jugar con ella como a la comba, durante toda nuestra existencia.
Nos encontramos con varias, decenas, miles. Las eludimos o las buscamos. Temblamos o nos lanzamos con los ojos cerrados. Hemos llegado hasta a arrepentirnos de cruzar alguna que otra.
Hasta lo último que hacemos es cruzar una, la más fina..., la más difícil.
Es esa línea que nos separa de cualquier estado, final, consecución, premio...
Desde lo más pequeño y cotidiano a lo más grande y trascendental. El sueño, el deseo, el amor, el odio, la mediocridad, el éxito, la locura, la felicidad...
Estamos al borde de esa minúscula línea en miles de ocasiones, pero si alzamos la vista no llegamos a abarcarla.
Podemos agarrarnos a ella como a un salvavidas, cuando algo, alguien, nosotros mismos, nos empujamos a cruzarla.
Podemos tomar miles de kilómetros de carrerilla para saltar apenas unos milímetros, sin conseguirlo en la vida.
Podemos quedarnos sentados observando el otro lado, creyendo que cuando queramos podemos alargar la mano, sin hacerlo nunca.
Podemos cruzarla sin querer, de un tropezón.
Incluso podemos jugar con ella como a la comba, durante toda nuestra existencia.
Nos encontramos con varias, decenas, miles. Las eludimos o las buscamos. Temblamos o nos lanzamos con los ojos cerrados. Hemos llegado hasta a arrepentirnos de cruzar alguna que otra.
Hasta lo último que hacemos es cruzar una, la más fina..., la más difícil.
9 de octubre de 2009
Todo merece la pena...
Puede hacer reír hasta límites insospechados, con una frase incluso una palabra.
Es capaz de dar la vuelta a cualquier embrollo y que sea lo más sencillo del mundo.
Tiene la capacidad de escuchar y observar, sin querer imponer ni enjuiciar.
Convierte un pantalón de pijama en un espectáculo circense diario.
Sabe dar la mano, besar, abrazar... Algo que, aunque no lo hayáis pensado nunca, no es nada fácil.
Te presta sus alas y hace que vueles, hasta lo más alto, allí donde nadie te alcanza.
Tiene un don para hablar con gatos, geckos, monos..., y que estos la adoren.
Si miras fijamente esos ojos grandes, allí en el fondo, puedes ver ese refugio donde te gustaría vivir.
Te hacer sentir, en cada momento, la persona más importante, la única.
Y hace que todo, absolutamente todo, merezca la pena.
Te amo Vicky.
Y si mañana no existiera, es igual, todo ha merecido la pena.
ESTO NO SE PARA...
Es capaz de dar la vuelta a cualquier embrollo y que sea lo más sencillo del mundo.
Tiene la capacidad de escuchar y observar, sin querer imponer ni enjuiciar.
Convierte un pantalón de pijama en un espectáculo circense diario.
Sabe dar la mano, besar, abrazar... Algo que, aunque no lo hayáis pensado nunca, no es nada fácil.
Te presta sus alas y hace que vueles, hasta lo más alto, allí donde nadie te alcanza.
Tiene un don para hablar con gatos, geckos, monos..., y que estos la adoren.
Si miras fijamente esos ojos grandes, allí en el fondo, puedes ver ese refugio donde te gustaría vivir.
Te hacer sentir, en cada momento, la persona más importante, la única.
Y hace que todo, absolutamente todo, merezca la pena.
Te amo Vicky.
Y si mañana no existiera, es igual, todo ha merecido la pena.
ESTO NO SE PARA...
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